La comunicación de malas noticias, reviste particular atención pues vincula, solidariza y permite una forma de aproximarnos desde nuestro lado más humano hacia el sufrimiento del otro. Lejos de una simple conversación, comunicar malas noticias es un arte delicado que demanda sensibilidad, empatía y comprensión a un nivel diferente, no solo del estado del otro, sino del impacto que pueden llegar a tener las palabras expresadas.
Como elemento central de la comunicación de malas noticias, sobresale la escucha atenta y sin pretensiones, esto lo menciono porque habitualmente las situaciones superan la capacidad de intervención y se escapan del control de todos los involucrados. Este principio fundamental de la escucha permite adoptar una postura y considerar la manera de abordar el evento. A menudo olvidamos que el acto de comunicarse no se limita a la expresión verbal, sino que se ve nutrido por las actitudes, las expresiones de apoyo o desvinculación de la causa, a tal punto que gestos de apoyo en silencio pueden llegar a tener mayor impacto que el más elaborado discurso.
Esta situación es universal, para todas las disciplinas y en todos los contextos, no obstante, cobra una relevancia especial para todo el personal de salud, resulta en un desafío vinculante con el otro, un momento de suma importancia, que sin duda generará una marca de recordación permanente, por eso exige una preparación cuidadosa, transparencia, honestidad y expectativas claras en el proceso de entrega de la información. Todo esto es un acto de responsabilidad y de humanidad.
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